Huaca Pucllana
El Museo de Sitio Huaca Pucllana, inaugurado en 1984, es la consecuencia natural y coherente de un proceso ininterrumpido iniciado en 1967 con la primera intervención llevada a cabo por la Dra. Isabel Flores por invitación del Alcalde de Miraflores de aquel entonces, Juan José Vega. En 1981, cumpliendo con el compromiso adquirido un año antes entre el Instituto Nacional de Cultura (INC) y la Municipalidad de Miraflores en el “Forum Taller Miraflores al 2000”, se inició el Proyecto de Investigación, Conservación y Puesta en Valor Huaca Pucllana, por el cual se erradicó y reubicó a los invasores del sitio arqueológico.
La investigación arqueológica, la creciente recuperación de materiales procedentes de las excavaciones, y un escenario urbano atento y exigente, confluyeron para la construcción de un espacio capaz de albergar el patrimonio mueble recuperado, de proyectarse a la comunidad a través de actividades diversas y de la habilitación de un circuito de visitas en el mismo sitio; y de revalorar lo que hasta entonces se consideraba un “montículo de tierra y basura”, para erigirse como uno de los monumentos más representativos de la cultura Lima y un ejemplo de gestión cultural a nivel nacional e internacional.
El 6 de febrero de 1987 Huaca Pucllana fue declarada zona arqueológica intangible, mediante Resolución Ministerial N° 063-87-ED, y el 27 de marzo de 1989 se reconoció el Museo como entidad cultural integrante del Sistema Nacional de Museos según la Resolución Jefatural N°102-89-INC y, doce años después, Huaca Pucllana es declarada Patrimonio Cultural de la Nación, mediante Resolución Directoral Nacional N°1196/INC.
El Museo fue inaugurado con una sala de exposición que presentaba objetos obtenidos de las excavaciones, así como recreaciones de las actividades de las que éstos daban cuenta. El compromiso de proyección a la comunidad, como uno de los principales ejes del quehacer del Museo, adquirido desde sus inicios, se vio reflejado en la constante implementación de nuevos espacios físicos y formativos, como la habilitación del Parque de Flora y Fauna Nativa, con plantas alimenticias, medicinales e industriales tradicionales, así como animales domesticados a través del tiempo en la costa peruana, como camélidos, cuyes y perros sin pelo, entre otros.
En 1988 se creó el “Taller de arqueología para niños”, una propuesta pionera concebida para inculcar en los niños, año tras año, el respeto por su patrimonio, la identificación con su pasado, y el conocimiento de la labor arqueológica. Este año se realizó la edición número 24 del taller. Más adelante se creó el área de Tecnología Tradicional Andina, una pequeña galería artesanal de exposición, demostración y venta de objetos tradicionales como textiles, cerámica, mates burilados, y cestería, así como la revaloración de nuestros alimentos nativos ancestrales en forma de productos procesados como quinua, kiwicha, y otros.
La creciente demanda externa hizo necesaria la creación de un área de Promoción Cultural que canalizara actividades como los talleres de artesanía, los festivales y concursos, las charlas, las exposiciones temporales e itinerantes, así como la realización de eventos de carácter cultural en los espacios que se habilitaron con este propósito. Además del “Taller de arqueología para niños”, se institucionalizaron a lo largo de los años programas educativos como “Contando cuentos en Pucllana”, un taller que persigue transmitir por medio de narraciones sencillas, el conocimiento de nuestras plantas y animales y el “Taller de adobitos”, que consiste en la enseñanza práctica del proceso para recoger el barro, elaborar los adobes y construir una estructura con ellos.
En 1991, como parte del convenio firmado entre el entonces Instituto Nacional de Cultura y la Municipalidad de Miraflores, se formalizó el compromiso de la puesta en valor de Huaca Pucllana: su estudio y conservación requería la integración de infraestructura científica y servicios turísticos. Este convenio se ha renovado con cada nuevo gobierno municipal y nacional, superando siempre con éxito las dificultades que los cambios de administración pública implican, gracias a que el núcleo central, conformado por el Proyecto de Investigación y por el propio Museo, se ha mantenido de forma constante e ininterrumpida. En 2010, con la creación del Ministerio de Cultura, el INC fue absorbido, por lo que en 2011 se renovó el convenio. En éste, el Ministerio delega a la Municipalidad de Miraflores el ejercicio de la administración de los recursos autogenerados por el Museo de Sitio, con el compromiso, entre otros, de que los ingresos reviertan en un 100% en Huaca Pucllana.
Entre los años 2001 y 2003 el apoyo económico fue brindado por el Patronato de la Huaca Pucllana, construyéndose el cerco perimetral, ampliando las excavaciones, con lo cual se favoreció la conservación del sitio. En el año 2000 se concesionó el restaurante turístico Huaca Pucllana, generando ingresos que junto con la habilitación de dos plazas del sitio para la realización de eventos culturales, y la tarifa de atención a visitantes establecida a partir de 2005 con la modificación del convenio interinstitucional, constituyeron la fuente de autofinanciamiento y la consiguiente independencia económica del Museo de Sitio y del Proyecto de Investigación hasta hoy en día.
Los trabajos arqueológicos llevados a cabo cada año, generaron un corpus de material que requirió la formación de áreas especializadas para su recepción, conservación preventiva, análisis y depósito en custodia. Así, lo que originalmente fue un gabinete general, hoy comprende los gabinetes de Ingreso de Materiales, Conservación de Textiles, Bioantropología y Conservación y Restauración de Bienes Muebles e Inmuebles, además de los depósitos de materiales, y la sala de objetos museables, donde se conservan los objetos arqueológicos, previamente tratados, bajo condiciones de temperatura y humedad óptimas, listos para ser expuestos.
El Museo acoge cada año a numerosos estudiantes voluntarios e investigadores, nacionales y extranjeros, interesados en el aprendizaje de los procesos propios de la investigación arqueológica, o en alguna temática particular para la elaboración de artículos científicos, trabajos de grado y tesis.
La renovación y actualización han sido factores importantes en el quehacer del Museo desde su creación, siempre acorde con las exigencias científicas, museográficas y sociales de cada momento. Ello se vio reflejado recientemente en la firma del Convenio de Cooperación Interinstitucional con el Plan COPESCO, en julio de 2014, para el mejoramiento de los servicios turísticos del Museo de Sitio Huaca Pucllana. Este proceso supondrá la construcción de un moderno museo y la habilitación de áreas de trabajo especializadas y depósitos en las mejores condiciones, de modo que se garantice la preservación de los objetos a largo plazo, se estimule el estudio riguroso de los mismos, y se incrementen las acciones formativas.
EL AUGE DE PUCLLANA DURANTE LA ÉPOCA LIMA (500-700 D.C.)
La cultura Lima se desarrolló en la costa central, entre los valles de Chancay y Lurín, en el periodo comprendido del 200 al 700 d.C., contemporánea con las sociedades, también costeñas, Moche en el norte y Nasca en el sur. Se caracterizó principalmente a partir de su cerámica y arquitectura, ubicándose la ocupación de Huaca Pucllana en su etapa final, entre el 400 y el 700 d.C., cuando se produce un crecimiento sin precedentes, especialmente en el valle del Rímac. El sitio está formado por un gran edificio piramidal de cima trunca y estructuras bajas a su alrededor, en su mayor parte construido de adobes y rellenos de cantos rodados y arena. En general, todo Pucllana es un sitio ceremonial, pero, podemos decir que la parte baja posee características que le hacen tener un carácter más público en contrapartida a la pirámide cuyo uso ritual parece ser más restringido. A la parte baja se le denomina como Complejo Noreste. Está compuesto por un conjunto de plazas, patios y sistemas de recintos interconectados. Sin embargo, no todas las construcciones pertenecen al mismo tiempo sino a diferentes etapas.
La Gran Pirámide es un conjunto de edificios superpuestos. Se identificaron siete niveles o plataformas: el primero fue prácticamente destruido en la década del 40 del siglo pasado, y tras la excavación del área, se expuso una gran plaza; el segundo nivel posee un patio con banquetas pintadas color amarillo, altares escalonados, hoyos de postes alineados y cientos de pequeños hoyitos que parecen haber sido repositorios de ofrenda. Se conecta con el tercer nivel a través de un pasadizo; en éste encontramos un patio similar al anterior asociado a recintos techados, que a diferencia de aquel, cuenta con un sistema de rampas para acceder al siguiente nivel. El cuarto nivel es el más pequeño y está formado por una patio con banquetas y una escalinata de color amarillo, se accede al quinto nivel por medio de un pasadizo. El quinto nivel está formado por un patio con banquetas en dos niveles separadas por un muro. El sexto nivel ha sido excavado parcialmente y lo que se puede observar hasta el momento es una secuencia de recintos asociados a arquitectura bastante compleja pero mal conservada. Es difícil apreciar la disposición de ésta debido a la destrucción ocasionada por las tumbas Wari.
El elemento que une a la Gran Pirámide con el Complejo Noreste es una rampa en forma de zigzag de dimensiones monumentales. La secuencia de rampas en dicha área es conocida parcialmente y, al parecer el acceso se encontró siempre en la misma zona.
El principal material constructivo utilizado es el adobito de forma rectangular, hecho de barro a mano y secado al sol. La técnica constructiva más frecuente en el sitio es la del “librero” y consiste en colocar los adobes en posición vertical uno al lado del otro, con argamasa en la parte superior e inferior de las hileras, y dejando espacios vacíos entre ellos. Estas hileras formas paños hexagonales, que justo con el espacio entre los adobes confiere a las estructuras un carácter antisísmico. En etapas constructivas tempranas se tienen adobitos cuadrangulares, cúbicos y amorfos, así como también tapiales.
Complementando los muros y pisos tenemos los rellenos constructivos compuestos en su mayoría por cantos rodados y arena gris proveniente de los acantilados de la Costa Verde y el subsuelo de Lima, el cual posee diversas variaciones dependiendo de la presencia de basura o carbón, resultado de actividades que hasta el momento nos son desconocidas. Otro relleno predominante está constituido por los restos de demolición de arquitectura de etapas constructivas anteriores.
Se han definido tres actividades rituales que se realizan antes o durante el transcurso de la remodelación de la arquitectura: sacrificios humanos especialmente de mujeres jóvenes, rompimiento de vasijas de gran tamaño con compleja decoración de temas marinos y banquetes rituales donde predominaron los alimentos de origen marino, sobresaliendo entre ellos, por su valor ideológico y su aporte cárnico, el tiburón. Éstos se llevaron a cabo de manera más o menos simultánea.
Huaca Pucllana fue un importante centro ceremonial de la cultura Lima. No se descarta que en el sitio se hayan realizado otro tipo de actividades ligadas quizás a aspectos administrativos, pero la evidencia sugiere que la actividad ritual fue la principal. La representación de seres marinos sobre diversos soportes, parece no responder únicamente a un criterio económico, sino también a un carácter sagrado que pudieron adquirir al formar parte de un relato tradicional relativo a las divinidades: el caso más concreto de esto es el tiburón, consumido en banquetes rituales y a la vez representado ampliamente en cerámica (modelado y/o pintado) de contextos de rituales de rompimiento de vasijas y otros.
EL CEMENTERIO WARI (800-1000 D.C.)
A partir de la segunda mitad del siglo VII el registro arqueológico evidencia una serie de cambios políticos y sociales en gran parte de la costa y sierra del actual territorio del Perú asociados a la expansión de la sociedad Wari, cuyo núcleo se ubicó en Ayacucho. Éstos se expresan materialmente en la arquitectura, la cerámica, la textilería, la iconografía y el ritual en muchas de sus facetas, especialmente la funeraria.
En la costa central la presencia Wari se caracterizó principalmente a partir de los contextos funerarios que se reportaron en sitios como Ancón, Cajamarquilla, Catalina Huanca, Nievería, Huaca Pucllana, y un poco más al sur, en el valle de Asia, Huaca Malena. Con excepción de Ancón, una necrópolis de larga tradición funeraria, los enterramientos en el resto de sitios, fueron de carácter intrusivo, se asentaron sobre la parte alta de los edificios ya abandonados, destruyendo su arquitectura o aprovechándola para fines funerarios.
Huaca Pucllana fue abandonada hacia el año 700 tras grandes cambios en su arquitectura donde rasgos de identidad tan marcados como el color amarillo ceden su lugar a construcciones más sencillas. Hacia el año 800, las partes más altas del sitio se convirtieron en un cementerio de elite de la cultura Wari. La arquitectura original del antiguo templo Lima pasó a segundo plano, pues fue destruida parcialmente para acoger los fardos funerarios Wari, compuestos de un cadáver envuelto en numerosas telas y prendas de vestir. Las tumbas fueron individuales o múltiples, y contenían además ofrendas humanas de infantes para servir de compañía a los individuos principales. En las tumbas se encuentran diversos elementos como prendas de vestir, enseres de las actividades a las que se dedicaron en vida, objetos de carácter ritual y alimentos. A través del análisis detallado de las tumbas intactas y las mejor conservadas se ha logrado definir la presencia de ciertos personajes importantes de la época como: sacerdotes, individuos asociados a elementos de pesca y tejedoras de elite, entre otros.
Los ajuares asociados a algunos individuos, dan cuenta de posibles personajes ligados a las esferas de poder provincial del imperio, probablemente burócratas y supervisores del trabajo realizado por el pueblo. Entre estos podemos mencionar al “Gran Sacerdote”, un personaje de mucha importancia, con el que se hallaron seis trajes masculinos con representación de figuras relacionadas al culto a Pachacámac, así como niños sacrificados. La tumba fue descubierta en el 2005 y constituye la primera evidencia de textiles Wari en la costa central descubiertos en una excavación arqueológica. Como curiosidad podemos decir que su cabeza no fue hallada, probablemente fue extraída para ser usada en ceremonias o rituales donde se le invocaba.
LA OCUPACIÓN TARDÍA YCHSMA
Los investigadores que estudian los periodos tardíos en la costa central, y especialmente en los valles de Rímac y Lurín, reconocen la insuficiencia en la comprensión de la o las sociedades que la habitaron. Se acepta que, luego de la caída Wari, los valles de Lurín y Rímac formaban una unidad social denominada Ychsma, cuyo centro principal era Pachacámac. Esta sociedad habría estado dividida en grupos organizados según sus actividades económicas, los cuales debieron tener cierta autonomía, contando cada uno con un jefe o curaca.
En Huaca Pucllana, pobladores de condición humilde (agricultores y pescadores) se establecieron cerca del centro ceremonial y, probablemente en recuerdo del antiguo prestigio del templo, restauraron parcialmente la ladera oeste, reutilizando los adobes Lima para la construcción de muros, pero usando técnicas constructivas distintas, con poco cuidado y cierto apresuramiento, quizás a manera de contención para evitar el colapso de los rellenos arquitectónicos que amenazaban con caerse y dañar a los ocupantes de la parte baja. Se han hallado evidencias de numerosas remodelaciones en la ladera a causa de derrumbes que echan por tierra los intentos de su recuperación. En medio de los derrumbes se encuentran restos de pequeñas habitaciones construidas de manera aún más sencilla que los muros ya mencionados, refugios temporales de personas que iban de tránsito hacia el litoral o la red de caminos que existía en ese entonces.
Además de este uso un tanto pragmático, el centro ceremonial en ruinas, fue en esta época un repositorio de ofrendas y cementerio. En medio de los rellenos derrumbados se han encontrado ofrendas de vasijas muy sencillas conteniendo frejoles, maíz y algodón; también paquetes de esteras conteniendo algodón, además de mates. La ofrenda que más llama la atención es un conjunto de sapos colocados entre los adobes en medio del relleno, también las vasijas rotas cubiertas de mates, mezclados con hojas de pacae. El sapo como símbolo de humedad y agua en la tradición andina y costeña representa una ofrenda o ruego de necesidad de agua.
Vasijas Ychsma de buena calidad representando mujeres fueron descubiertas en la cima de la pirámide durante las investigaciones de 1967, entonces se desconocía el fuerte vínculo que tenía la sociedad Lima con la feminidad. Más tarde se pudo ver cómo éstas permanecieron en el tiempo y por ello en la época Ychsma se ofrendaron vasijas con forma de mujer, en sutil reemplazo de los antiguos sacrificios humanos tan populares en la sociedad Lima.
HUACA PUCLLANA HOY
Huaca Pucllana se ubica políticamente en la actual provincia de Lima, distrito de Miraflores, a solo dos kilómetros de los acantilados de la Costa Verde, en una zona residencial y comercial de fácil acceso. El crecimiento urbano, especialmente a partir de 1940 en que los fundos agrícolas empezaron a ser lotizados para la construcción, redujo la zona arqueológica a un área de seis hectáreas, poco menos de la tercera parte de lo que fue su extensión original, según documentos históricos.
Desde que inició el proyecto de investigación en 1981, se ha excavado la totalidad de la parte baja del sitio, y aproximadamente dos tercios de las laderas y parte alta del edificio principal. Gran extensión de estos sectores ha sido abierta al público, integrada dentro de un circuito turístico señalizado que cuenta con puentes, rampas de acceso y caminos acondicionados, y cuyo recorrido, además, se realiza exclusivamente con un guía oficial, de modo que se disminuye el deterioro por factores antrópicos, un elemento muy importante a tener en cuenta pues solo en el año 2014 se recibieron a más de 90 mil turistas.
El trazado de la calle Independencia, dividió el sitio en dos sectores: el sector A conformado por el edificio piramidal principal y parte del Complejo Noreste; y el sector B, también conocido como Huaca Chica, separado del resto del conjunto, donde se construyeron los gabinetes de análisis y los depósitos.
Si bien la arquitectura expuesta ha sido conservada, y en partes restaurada, factores medio ambientales como la humedad, las lluvias, los cambios bruscos de temperatura e incluso el viento, van generando daños en los edificios, lo que implica una vigilancia y trabajo permanentes.
Huaca Pucllana es hoy un centro de investigación, de formación y de interés turístico, con un proyecto arqueológico permanente, acciones educativas a lo largo de todo el año y un programa de conservación y puesta en valor del monumento, en tanto ícono de nuestra identidad.
PROYECTO DE INVESTIGACIÓN
Antecedentes
Estudios de la etnohistoriadora María Rostworowski del año 1978 señalaron que lo que ahora conocemos como Huaca Pucllana era, hacia finales del siglo XVI propiedad del curaca Don Pedro Chumbi Charnan, principal del señorío de Huatca. Los documentos aluden a transacciones comerciales y este noble indígena menciona en una de las probanzas que sus tierras limitan en cierta parte con el cerro de la Pugliana o Pucllana. El sitio fue usado como atalaya para vigilar el litoral y figura como tal en algunos mapas de la colonia, su altura y posición privilegiada al medio de la bahía de Lima hacía del sitio un lugar adecuado para labores de este tipo.
Viajeros y exploradores (Siglo XIX)
En los escritos de los viajeros de los siglos XVIII y XIX se encuentran menciones a la “Huaca Juliana”. El Dr. Ernst Middendorf, viajero y estudioso alemán recorrió Perú a finales del siglo XIX y mencionó algunos aspectos interesantes referentes a Pucllana, por ejemplo que se trata de una colina artificial muy larga, pero relativamente ancha, la presencia al oeste de un campo rectangular cercado de 480 pasos de largo por 70 pasos de ancho y la composición de la “colina” por terrazas revestidas de muros.
Arqueología del siglo XX
El siglo XX marca el inicio de las investigaciones arqueológicas en Perú con los trabajos del filólogo alemán Max Uhle. Él consideró a “Huaca Juliana” como miembro de un grupo de sitios junto a Nievería, Copacabana, Maranga y Pachacámac; correspondientes a la manifestación de una densa población que debió haberse sostenido por medio de una “organizada y floreciente agricultura”, debido a la monumentalidad de sus construcciones que necesitaron de ingentes cantidades de mano de obra. La civilización a la que pertenecieron estos sitios fue denominada como Proto-Lima.
Otras referencias al sitio se encuentran en los trabajos del autodidacta Pedro Villar Córdova quien, en 1935, publicó una clasificación de sitios en base a la descripción de la arquitectura y técnicas constructivas, definiendo a la cultura Lima como “poblaciones agrícolas con habitaciones rudimentarias, formando grandes campamentos… los templos semejan colinas artificiales … hechos con adobes pequeños”, “Huaca Juliana” es considerada como parte de este grupo.
En 1941, el Dr. Tello, ejerciendo su cargo de inspector general de monumentos arqueológicos inició una labor de defensa importante del sitio, en particular de un sector ya desaparecido que se hallaba al otro lado de la avenida Angamos. Ordenó la suspensión de los trabajos que venía ejecutando la Compañía Urbanizadora Surquillo S.A., e inició estudios arqueológicos de rescate, dado que varios montículos pequeños ya habían sido destruidos.
A comienzos de la década de los cincuenta del siglo pasado el estadounidense Louis Stumer efectuó reconocimientos arqueológicos y exploraciones en la costa central. En 1954 publicó una clasificación de asentamientos prehispánicos, en donde distingue los centros ceremoniales del valle del Rímac. “Por su gran pirámide central escalonada y el uso de innumerables hileras de adobitos rectangulares hechos a mano y en molde”.
Otra investigación meritoria fue la desarrollada por Alfred L. Kroeber, que en 1955 publicó los resultados de los trabajos que realizara 30 años atrás en los complejos arqueológicos de Maranga, Juliana, y Bajada Balta. La finalidad de sus estudios era encontrar evidencia contrastable para definir mejor el estilo Proto-Lima.
En 1966, Thomas C. Patterson publicó una propuesta clasificatoria de la alfarería Lima a la que va a denominar como “Estilo Lima”. Es aquí donde este material es organizado tipológicamente y se propone un nombre estándar para agrupar los diversos estilos definidos anteriormente (Cajamarquilla, Nievería, Maranga, Interlocking, Playa Grande, Baños de Boza, etc.). Dividió el estilo Lima en nueve fases consecutivas. La fase 9, la última, fue segregada de los materiales correspondientes a las recolecciones superficiales realizadas en Huaca Juliana.5b
En 1967, a solicitud del Municipio de Miraflores, de quien era alcalde, el historiador Juan José Vega se realizó una serie de trabajos en el sitio que estuvieron a cargo de la arqueóloga Isabel Flores Espinoza, estos fueron los primeros trabajos sistemáticos en el sitio y se centraron en las plataformas superiores del edificio de la Gran Pirámide.
PROYECTO DE INVESTIGACIÓN (1981-2018)
A inicios del año 1981 se inició el Proyecto de Investigación, Conservación y Puesta en Valor Huaca Pucllana, en virtud del compromiso entre la Municipalidad de Miraflores y el entonces Instituto Nacional de Cultura (INC). La iniciativa surge como un interés de la Municipalidad de Miraflores, en el marco del forum “Miraflores al 2000” de 1980. Se invitó al INC a ejecutar este proyecto con el compromiso de conseguir fuentes de financiamiento, teniendo como antecedente directo el programa que se desarrolló en 1967 a cargo de la Dra. Isabel Flores y supuso la primera intervención sistemática en el sitio. Se inició así una etapa de investigación continua y permanente, complementándose con actividades de conservación e implementación de labores de difusión cultural, creándose las condiciones necesarias para que en 1984 se inaugurara el Museo de Sitio.
En 1983 se llevaron a cabo investigaciones históricas a cargo de los historiadores Lorenzo Huertas (1983) y Rafael Varón Gabai (1983). Ambos autores coincidieron en señalar, sobre la base de la investigación documental, que a la llegada de los españoles, Huaca Pucllana se encontraba en abandono entre las tierras de los curacazgos de Sulco y Huatca.
A partir de 1991 el Proyecto de Investigación, Conservación y Puesta en Valor Huaca Pucllana continuó bajo el convenio suscrito entre el Instituto Nacional de Cultura y la Municipalidad de Miraflores. Ese mismo año, se realizaron excavaciones arqueológicas en el sector “B” que se encuentra separado del resto del conjunto por el trazado de la calle Independencia. Los trabajos permitieron exponer una serie de pasadizos, rampas, ambientes cerrados, áreas ceremoniales con ofrendas de vasijas especiales únicas de la cultura Lima, así como un ídolo bifronte de cerámica.
Nuevas intervenciones se sucedieron en el tiempo destacando, en orden cronológico, las siguientes:
Limpieza, escombramiento y conservación de la ladera este de la pirámide, donde se observó su sistema constructivo, ganando altura a través de los sucesivos rellenos de recintos delimitados con muros de adobitos.
Excavación en el sur de la pirámide y hallazgo de los muros de tapia como la fase constructiva más temprana, y de contextos funerarios.
Excavación de las plataformas 4 y 5, donde se expusieron amplias plazas separadas entre sí por pasadizos, con evidencias de postes y banquetas, además de contextos funerarios intrusivos del Horizonte Medio.
Exposición de la fachada norte de la pirámide, mostrando su aspecto en el momento más tardío de su funcionamiento, previo al entierro de la plaza principal y los sacrificios humanos asociados.
Hallazgo de una plaza en la cima de la pirámide de similar configuración a las de la base.
Intervención en el Complejo Noreste de bases de estructuras de quincha, posiblemente correspondientes a espacios de vivienda antes de que el sitio alcanzara su máxima extensión. La intervención arqueológica permitió esclarecer aspectos relacionados a la configuración arquitectónica.
Excavación de una plaza con altares escalonados en la plataforma 2, y hallazgo de una plaza con banqueta y pintura amarilla en la plataforma 3.
Hallazgo de tumbas Wari, el Sacerdote entre ellos.
Identificación de un cambio drástico en la arquitectura del sitio: grandes plazas de color amarillo son reemplazadas por sistemas de recintos interconectados que son construidos con material y técnica Lima pero lucen descuidados y como si hubieran trabajado con prisa. Esto se observa en todas las plataformas y parece responder a cambios importantes ocurridos al pasar de la fase 1 a la 2 del Horizonte Medio.
Hallazgo de una tumba Lima conformada por un varón con características físicas que parecen corresponder a un guerrero.
En la ladera oeste se realizaron importantes hallazgos sobre la ocupación tardía del sitio con muros de adobitos derrumbados, asociados a pisos y ofrendas con cerámica de estilo Ychsma.
En la zona noroeste de la sexta plataforma de la Gran Pirámide se definió y excavó tumbas Wari con diverso grado de alteración, en algunas de ellas se conservaban los fardos en buenas condiciones, llevándose a cabo desenfardados que proporcionaron, entre otros, valiosa evidencia acerca de un individuo masculino ligado a las actividades de pesca.
El retiro de desmonte y rellenos colapsados de la ladera oeste permitió la exposición de la arquitectura Lima en esta zona, así como el hallazgo de material tardío: ofrendas de cerámica, maíz y sapos continúan siendo recurrentes, así como presencia de fragmentos de diversos tipos de vasijas del llamado estilo Ychsma.
Las últimas temporadas de excavación, en los años 2013 y 2014, supusieron la intervención de la plataforma 6 y del acceso entre ésta y la plataforma 5. Se expusieron nuevos recintos con configuraciones distintas a los característicos patios con banquetas, que proporcionan información acerca de las ocupaciones Lima, la transición de Lima a Wari, e incluso de la ocupación funeraria Wari, con el hallazgo, entre otros materiales, de una tumba intacta. En el Complejo Noreste, la excavación de un importante contexto de desechos arrojó información acerca de posibles actividades desarrolladas en el centro ceremonial, especialmente relacionadas a la manufactura textil.
Los trabajos de conservación y restauración de estructuras se ejecutan permanentemente de forma paralela a las excavaciones. Además de la excavación y los trabajos de campo, el PICPVHP comprende la intervención en gabinete de los materiales recuperados. Estos son limpiados y/o lavados, seleccionados, inventariados y analizados por los arqueólogos y especialistas a cargo.
En el año 2015 se inició el registro, inventario y análisis de los materiales recuperados de las excavaciones de la temporada anterior. Es en esta etapa donde todo el trabajo de campo es interpretado y los materiales trascienden su existencia física para explicar diferentes aspectos de nuestra historia. Arqueólogos y especialistas en las diferentes áreas se abocan a la elaboración del informe final, un documento donde se sintetiza todo el trabajo de la temporada. Asimismo, se prepara el proyecto de investigación, luego de cuya aprobación, se retomarán las labores en el campo, dando inicio a una nueva temporada.
La temporadas 2016 y 2017 comprendieron la excavación de dos zonas: la Sexta Plataforma, en la cima de la Gran Pirámide, y la sección más septentrional del Complejo Noreste, en la parte baja del centro ceremonial
En la Sexta Plataforma se intervinieron 3 áreas de las que se recuperó información acerca de la última etapa de la Fase Constructiva III, la planimetría y caracterización de la Fase Constructiva IV, los procesos de abandono definitivo del sitio y las ofrendas tardías de diferente índole. La información recuperada confirma el patrón de clausura y remodelación de la arquitectura de las últimas fases constructivas. Se distinguen dos momentos: el primero que anula la función del espacio, y comprende actividades como el desmontaje y derrumbe de muros, la destrucción de pisos, el depósito de ofrendas o desechos sobre los pisos u otras estructuras conservadas y otros indicadores de acciones como el consumo de alimentos y bebidas. El segundo momento es el relleno del espacio, que comprende su propio conjunto de ofrendas y actividades relacionadas a su depósito, como el consumo de alimentos o el procesamiento del barro.Se hallaron además nuevos contextos funerarios Ychsma que extienden el área funeraria hacia el sur.
En la sección norte del Complejo Noreste se excavaron dos trincheras que permitieron profundizar la excavación hasta alcanzar el nivel del piso asociado al que probablemente fue, antes de la ampliación, el límite norte del Centro Ceremonial. Se registraron numerosos estratos de relleno con abundante material cultural, que confirmó el carácter atípico de crecimiento arquitectónico en esta zona. Se registró además el depósito intrusivo de cinco grandes postes de madera, relacionado con un proceso de cambio arquitectónico drástico en el área, que corrobora la importancia del Complejo Noreste y su carácter ceremonial complementario al uso de la Gran Pirámide.
Tomado de: http://huacapucllanamiraflores.pe/